jueves, 28 de marzo de 2019
Mi grito
Me fui de Cuba porque comencé a padecer un profundo e incohercible azco antropológico. Me parecía de pronto que vivía en un cuento de Kafka y que podía convertirme en un cucarachón.
Sentía transformarme, hacerme cada vez más invisible. La frustración era total, viviendo en la supervivencia, y viendo cómo se me cruzaban en la calle, los rostros sudorosos, exhibiendo ese rictus de odio típico de la doble moral.
Tenía el grito, alimentado durante décadas entre pecho y espalda, pero no sabía hacia donde apuntar el grito de una forma certera.
Si hubiera visto a Fidel Castro de cerca le hubiese apuntado con mi grito, y le hubiera reventado el cráneo, como se revienta una copa con la voz de los Sopranos. Creo que hubiera sido mi grito más pontente q el Grito de Yara. Hubiera sido la salvación de la nación aunque a mi se me hubiese también reventado el pecho.
José Rey Echenique
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