viernes, 16 de agosto de 2019

Castro no era un clon










A Agustín de Rojas, el escritor de El Publicano, y El año 200, lo conocí en Santa Clara allá por el 2002. Fue específicamente en la librería Pepe Medina de esa ciudad, en uno de los encuentros del Taller Literario del Escritor Alberto Sicilia, que más que un taller, era una escuela de formación, porque enseñaba desde  comer con cubiertos, hasta anudarse la corbata. 

En esa ocasión Agustín hablaba, si mal no recuerdo,  sobre el texto Epopeya de las comidas y bebidas  de Pablo de Rhoca, parte del libro Carta Magna. Años después de ese encuentro, volví a ver a Agustín en otros espacios de Ferias del Libro, siempre con efusión.  

Unos de estos momentos se me quedó para siempre en la memoria. Estábamos en un evento literario en la Biblioteca Provincial de Camagüey,  un evento para escritores de carácter nacional, que se realizaba o se realiza todos los años. 

Agustín se me acercó, quería que yo le resolviera un hospedaje mucho más cerca del centro de la ciudad, porque en el que se quedaría, estaba prácticamente en las periferias. 

Agustín estaba un poco molesto con la burocracia y me dijo algo que jamás olvidaré. 

_ Y lo peor de todo, Echenique, es que la gente no sabe que Fidel Castro es un clon. 

 A mí se me enfrió el alma cuando escuché aquello. Intenté reír, pero al buscar la mirada de Agustín, descubrí que en su rostro no habían indicios de sonrisas. Agustín, como buen novelista, podía  darle a cualquier cosa que decía una tremenda verosimilitud. Era un hombre de aspecto delgado, de estatura alta, y ademanes muy refinados, parecía salido de una novela rusa. 

_ ¿Cómo es eso Agustín? Ojalá no estés en lo cierto. Le respondí con cierta dosis de escepticismo.

Recuerdo que se mesó la barba cobriza y asintió con la cabeza, como si ya estuviese enterado de todo o  poseyera información clasificada al respecto. 

Desde ese día no lo volví a ver más. Agustín consiguió su ansiado hospedaje, y hoy me alegro de que sus palabras no estuvieran en lo cierto, de lo contrario qué hubiera sido de Cuba. Hoy Fidel Castro, el hombre que por mucho tiempo será recordado como el Máximo enlutador de la historia de Cuba, cumple otro aniversario de muerto. 

Austín de Rojas falleció en el 2011 en su ciudad natal Santa Clara y no pudo ver este momento, tan crucial para la salvación de nuestra pequeña patria.  Es lamentable. 

Siempre  consideré a Agustín un gran maestro de la ciencia ficción, sus libros lo atestiguan y todo lo que haya quedado a la voracidad de los biógrafos. Por mi parte, sé que  lo mejor de su pensamiento está en su obra, cuyas lecturas nunca dejarán de ser un secreto homenaje para mí. EPD


José Rey Echenique

Cristino es salvadoreño









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Cristino es salvadoreño. Lleva viviendo en Dallas alrededor de 40 años y es un hombre de mediana estura, delgado y muy cerca de cumplir 70 años. Cristino está jubilado, pero aún trabaja recogiendo los carros en el parking de un mercado hispano. Tiene tres hijas en Salvador, dos de ellas profesionales y una empleada y dedicada a una hermosa familia. Cristino se ha pasado toda la vida ayudándolas y de alguna forma ha cumplido su sueño de verlas realizada. 

Cristino está contento con Bukele, el recién electo presidente del Salvador que ha roto la tradición del Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional y el Partido Arenas, determinando la política del país. Añade Cristino que Bukeke es joven, leído y que en pocos meses le ha traído cierta estabilidad a su país. 

Cada vez que encuentro a Cristino a la puerta del mercado hablamos de la política de nuestros sufridos países. Hoy habló de los Castros, dice que son malos y diablos, pinches descarados, que han durado tanto en el poder porque han tenido la inteligencia para no matar ningún gringo, que nunca le han hecho un daño real a los Estados Unidos. El día que le hagan algo a un gringo, hasta ese día durará la dictadura. 

De alguna manera Cristino tiene razón. El régimen de La Habana ha jugado con la cadena pero no con el mono, como se dice vulgarmente. 

Me gusta hablar con la gente sencilla y si se trata de una mirada foránea acerca de mi país, le presto mucha atención. 

Cristino se ha despedido como siempre. Un apretón de manos y ha vuelto a salir al bochorno del mediodía texano, para mover los carros de compra. 


Cuánto respeto siento por este señor, que representa la vida de la mayoría de los que hemos venido a esta gran nación.

José Rey Echenique 

Poner los pies en la tierra.

https://geni.us/1vwIfL Poner los pies en la tierra, porque luego de 60 años ya hemos visto con claridad la historia de injusticias ...