lunes, 13 de noviembre de 2017

El costo sicológico de la impotencia.



A todos nos ha sucedido. La impotencia aparece una y otra vez en nuestras vidas, cuando es imposible ventilar las palabras; cuando las circunstancias nos sobrepasan o simplemente cuando no se nos permite expresarnos, o esgrimir respuestas justas.


La impotencia que se siente cuando el silencio es acumulado en nuestro interior, es una bomba de tiempo. Tiene un inmenso costo para la salud y para la estabilidad psíquica de la persona. La psicología, las ciencias médicas, la sociología,  entre otras disciplinas, la señalan como uno de los principales detonantes de las enfermedades cardiacas, digestivas y psicológicas. El estrés tal vez sea una de las principales enfermedades, la asesina silenciosa que ha devorado a una gran parte de la humanidad.

Sin ánimo de disquisiciones científicas, quiero hablar de la impotencia,  como costo sicológico y de la cual hemos sido víctima los cubanos, a todo lo largo de las vicisitudes que nos ha proporcionado la miseria de la revolución. La falta de libertad de expresión, ha provocado  que el pueblo de Cuba padezca esta impotencia. La certeza de que es imposible revelarse ante una maquinaria tan atroz como la del régimen totalitario, el temor perenne ha consumido poco a poco la fe y la capacidad de comunicación entre los propios cubanos. Tal vez sea una de las primeras causas de suicidios; sucede que al reconocer falsamente la persona de que todos los caminos se están cerrando alrededor de su vida, no tienen más remedio que  adoptan esta vía de solución penosa. La mayoría de los que vivíamos y viven en Cuba la padecemos. La tendencia crítica constante hacia lo que se reconoce como injusto, tiene que ser manifestado de alguna manera, de lo contrario nos corroe, nos envilece e insensibiliza.

El costo sicológico de la impotencia que ha sufrido la sociedad cubana, es una deuda impagable que tendrá la cúpula gobernante de Cuba con el pueblo de Cuba eternamente.

 Actualmente hay tres tipos de individuos en Cuba a mi juicio. Aquellos que entregaron su alma al diablo que los oprime; aquellos otros que temen reconocer ante el espejo, que toda su vida fue una pérdida de tiempo, dedicada a una causa injusta; y por último, aquellos que han paralizado sus vidas a causa del terror.

Los primeros fueron absorbidos por las doctrinas del totalitarismo. Las doctrinas del comunismo llevan implícitas un gran repertorio de cuartadas morales.  La ideología le da al individuo los argumentos y formas de racionalización,  para que obedezca las órdenes del régimen,  y luego pueda dormir como un bebé a piernas sueltas. Es por eso que muchos de los hombres del Tercer Reich podían dormir a piernas sueltas, a sabiendas de que miles de vidas eran reducidas a polvo cada minuto. En aquellos que la coartada moral echó raíces, el costo sicológico de la impotencia fue menor.

En el segundo tipo de individuos, el costo de la impotencia fue tan profundo, como el de los individuos en los que las doctrinas no calaron tan hondo. Estos fueron adoctrinados también, pero la coartada moral no fue tan efectiva. No tenían argumentos convincentes para llevar a cabo el mal en nombre de la ideología y no quedar indemnes. Estos son consumidos por la impotencia, saben que pasaron gran parte de su vida mintiendo en nombre de una ideología, un dictador y ahora, en el final de sus vidas, carecen del valor para reconocer que toda su existencia ha sido una pérdida de tiempo. Por no reconocer esta verdad ante el espejo, es que continúan sufriendo la impotencia.

Para el hombre es fundamental el sentido de la vida, Víctor Frank, el célebre sicoanalista nos dejó un completo y visceral estudio sobre esto. Groso modo, sus estudios descansan en la idea de que todo individuo,  basa su vida en la búsqueda contante del sentido de vivir. Es el principio fundamental de hallar un propósito, y de tener planes a largo plazo para encauzar el navío existencial.

En la mayoría de los países totalitarios, el individuo influenciado por el miedo, tiende a anular el sentido de su propia vida, muchos para evitar este vacío, tratan de hacer coincidir el sentido de sus existencias con el sentido que les proporciona la ideología del régimen. Es algo complejo.

Pero la impotencia y su costo sicológico no desaparece, porque el ser humano tiene la necesidad vital de comunicarse, y para que esta comunicación sea efectiva, tiene que haber un nivel de libertad consecuente.
Es por eso que los regímenes totalitarios como el de Cuba,  perduran el tiempo. Estas ideologías demandan del individuo todos sus recursos psicológicos, demandan sus fuerzas, su imaginación, es así que el ser humano fácilmente cede al temor queda preso de los designios doctrinales.

Todo aquel que trate de escapar, será puesto a merced de otra de las maquinarias más terribles: la auto culpabilidad. Pero este será tema para otro post.

José Rey Echenique.





Poner los pies en la tierra.

https://geni.us/1vwIfL Poner los pies en la tierra, porque luego de 60 años ya hemos visto con claridad la historia de injusticias ...