lunes, 3 de septiembre de 2018

Crónicas de mi barrio I





Mis últimos años en Cuba, transcurrieron en la ciudad provinciana de Camagüey.

Era un barrio de nombre surreal y hasta cierto punto sarcástico. Se llamaba Edén, pero en realidad, distaba mucho de parecerse al descrito en las Sagradas Escrituras. Las calles eran de tierra, las casas  maltrechas y construidas con el esfuerzo de muchos años. Sus estructuras eran endebles y ofrecían muy poca seguridad a los habitantes. A veces eran construcciones de madera de muy mala calidad, en cuyas paredes se podían ver piezas de cinc, alternados con otros materiales. Mi barrio era en extremo marginal, y esta condición lo permeaba todo.


En mi barrio pululaba una fauna de lo más variopinta. La supervivencia ocupaba la mayor parte de la vida de los vecinos.
Recuerdo haber visto un grupo de alcohólicos de alrededor de quince personas de varias edades. Era lamentable esto. Había ingenieros industriales entre ellos, que alguna vez en su vida habían estudiado en Alemania y la URSS. Ahora eran espectros de personas, harapientos y malolientes que se disputaban una botella de alcohol de noventa grados.

Entre ellos conocí jóvenes que no revasaban los veinte años de edad, pero que ya estaban bien entrados en la carrera alcohólica. Había otros, sin embargo, que se dedicaban a los negocios de cualquier tipo, con tal de vestir a la moda, o de garantizar la marihuana o el alcohol.

Yo nunca fui despectivo con niguno, siempre  los saludaba respetuosamente, y por esta forma de tratarlos, me gané cierta simpatía por parte de ellos. Se decía que habían comenzado a hacer negocios en Varadero, y al parecer era cierto porque, a su estilo de vestir habitual, incorporaron otras prendas bastante inusuales para la mayoría de los vecinos.

Un día pude hablar con uno de ellos, acerca de sus trabajos o negocios en Varadero. Se trataba de un joven delgado, alto, de casi treinta años, bastante popular en el barrio, y cuyo nombre no revelaré.

Le pregunté cómo iban los asuntos en Varadero y me respondió que bastante bien. Había venido esta vez con un cargamento de casi dos mil balas plásticas( se le decía así a los envases plásticos de soda, que los hoteles desechaban) Al ver mi interés por este particular, comenzó a hablar con la alegría que proporciona, sentirse protagonista de su historia de vida. Ellos sabían que a mí me gustaba escribir.

Después de sus palabras quedó todo aclarado. El supuesto trabajo no era tal. Estos jóvenes se iban a los vertederos del balneario Varadero, y pasaban dos meses allí, viviendo, literalmente, de la basura y alojados en improvisadas  cabañas construidas con pencas de mata de coco. Allí esperaban la llegada de los camiones, colectores de la basura que desechaban los hoteles. A veces, según sus palabras, tenían lugar broncas, porque algún grupo de otra provincia del país, querían controlar determinado camión.

Ellos coleccionaban las ropas, comían de los desechos de alimentos que no estuvieran en descomposición, bebían de las botellas que dejaban a media los turistas. A veces llevaban a vender a Camagüey vajillas, cubiertos y servilletas que estuviesen en buen estado. Era una cadena de negocio, que no quedaba solo en los vertederos de Varadero, sino que se extendía por todo el país. Había bandas de todas las provincias.

Su relato era impresionante. Uno de ellos había estado ingresado en un hospital de Camagüey, para evitar una infección generalizada, causada por una afección en la piel, adquirida en este vertedero.

Era muy doloroso escuchar aquello. La insalubridad y la supervivencia son inherentes a las sociedades comunistas o socialistas. Estos jóvenes no tenían propósitos en la vida. Solo les interesaba sobrevivir, o conseguir algunas ropas, para satisfacer ese imaginario social cubano, llamado "especular", resignificación de la palabra ostentar.

Yo me fui de Cuba. Actualmente no sé que habrá sucedido con estos muchachos. Pero me vienen a la memoria estas escenas, cuando escucho a alguien decir que en Venezuela se come de la basura, que en Cuba esto no sucede. No, en Cuba no solo no se come de la basura, sino que se negocia con ella, por lo menos hace tres o cuatro años atrás era así, no creo que esta situación haya cambiado mucho.

El buceo en Cuba siempre existió. Mi padre trabajaba en comunales como jefe de áreas verdes, y yo recuerdo haber visto en los vertederos, en los años ochenta, a personas buceando en la basura, era algo frecuente, según las quejas que se formulaban en las oficinas de comunales.

La experiencia del comunismo ha sido humillante, desde el mismo triunfo del Castrismo en el año 1959.

Algún día saldrán los testimonios, y el pueblo de Cuba tendrá conciencia de los años perdidos bajo el Castrismo. La deuda será impagable, pero esta vez tengo la esperanza, de que una vez que se acabe la pesadilla, seamos más  responsable políticamente.

 El tiempo dará la razón. Yo no tengo todas las respuesta, pero el día de mañana, estoy seguro, sabré por quien votar.

José Rey Echenique.

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