domingo, 24 de junio de 2018

El pueblo cubano no será la excepción.






Cuba es sin dudas el país más atrasado de América, solo superado por la paupérrima economía de su concienzudo discípulo Venezuela. En seis décadas, el país ha entrado en una degradación demográfica, a todas luces irreversible, obra de un culpable con apellido Castro.

Lo peor de todo es que los cubanos, aún no ven una solución, ni siquiera mediata al problema. La emigración ha sido una válvula de escape que ha beneficiado al régimen de La Habana, desde los primeros años de la feroz dictadura. 

El resentimiento de los cubanos de dentro y fuera de la isla, cada día es mayor. El pueblo ha aprendido a no confiar en los políticos y a no pensar en política. El desconocimiento es total, unido a la falta de información de los que quedaron dentro de la prisión en forma de Isla. 

En los últimos años, se ha visto un despertar de la oposición, en la mayoría de los casos muy valerosa, teniendo en cuenta las pocas posibilidades de desempeñar este tipo de actividades, en un país en el que el vecino desconfía del otro. La contrainteligencia, controla todos los sectores de la sociedad, es la misma contrainteligencia que ha desatado el rumor de que también es omnímoda y ubicua y ya sabemos de la función del rumor en la psicología de masas y cómo, el mismo se establece como verdad absoluta, a través de la reiteración animalesca e irracional.

El estancamiento se respira en toda partes, el régimen no da soluciones y la oposición es desconocida para el pueblo y además de eso, no lleva a cabo acciones que le quiten el sueño a la dictadura. Han hecho caso omiso a uno de los principios fundamentales de la politología, que establece de que el pueblo es quien derroca regímenes, no los partidos políticos por si solos o los líderes.

Los cubanos tendemos a importar filosofías completamente distante de nuestra idiosincrasia, y esto sucede desde los tiempos de José Martí. Los cubanos que somos los grandes estrategas de la carga al machete; que no hemos aprendido la norma fundamental de la comunicación que es escuchar; que no hemos aprendido a cultivar el silencio, queremos llevar a cabo un estilo de lucha a lo Mahatma Gandhi.

Esto es un mal recurrente, Martí tardó quince años en darse cuenta de que la guerra era " necesaria" una especie de eufemismo con el cual no pretendía convencer a los otros, sino convencerse a sí mismo, porque en realidad nunca fue un hombre de acción. El dictador Fidel Castro, por su parte, abrazó el comunismo como ideología, para llenar de estropajo las mentes vacías de sus acólitos y por su puesto, las del pueblo que en pocos meses fue idiotizado. Ahora nuestra oposición abraza las ideas del estilo de lucha de Mahatma Gandhi, un estilo de lucha ético, sin muchos daños colaterales, pero que a mi juicio no funciona en nuestra isla rodeada de mar, más parecida ya a una prisión que a un archipiélago.

No soy defensor de la violencia, pero no creo que el final de la dictadura cubana acontezca via diálogo, cuando hay tanto resentimiento a punto de estallar en la nación cubana. La apatía es la gran dominante en la mente y en el espíritus de los cubanos. El régimen de Cuba, con el acoso a los civiles indefensos de la oposición, con el abuso al que ha sometido a la sociedad cubana, con su falta de voluntad política para solucionar los graves problemas que enfrenta, está impulsando a la sociedad al infierno de la violencia. Llegará un momento en que este volcán de pasiones reprimidas saldrá a las calles y allí comenzará, lo que por años hemos tratado de evitar por una y otra via.

En tal caso el régimen será responsable, y el pueblo dirá la última palabra. No existen los pueblos cobardes, la historia lo ha demostrado a todo lo largo de los siglos. El pueblo de Cuba no será la excepción.

José Rey Echenique

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