viernes, 13 de octubre de 2017

El pesimismo: o la enfermedad de la resignación.






Cuba seguirá siendo un  asunto pendiente entre los cubanos. No importa en qué lejana latitud nos encontremos, el tema de Cuba saldrá  a relucir por alguna parte, sea para criticar las condiciones lamentables en la que hace más de cinco décadas  se consume este pequeño archipiélago, o para rememorar las historias de unas edades ya pérdidas, entre fotos de papel descolorido.
Pero lo cierto es que Cuba es un asunto pendiente, aunque muchos pretendan negarlo. Allá,  además de los recuerdos, aun quedan muchas familias abrumadas por la miseria y la impotencia; familias que hablan de la situación del país a media voz, en torno a las mesas de un mal café vespertino, porque temen a ser delatados; familias incompletas, porque sus miembros han decidido escapar para salvarse de la persecución política ,  de la cárcel, o para encontrar en extrañas tierras, el sustento que no pueden hallar en su propio país.
Son muchos los motivos para huir de una nación enquistada en la historia, por obra y gracia de hombres, que se aferran al poder simplemente, porque tienen las manos manchadas de sangre y como ningún crimen prescribe, no tienen más remedio que adorar ese Ídolo roto de las causas pérdidas,  que  es el comunismo. Mientras, el pueblo padece, incapaz de remover semejante maquinaria de control policial.
Los ideólogos lo saben. Los ideólogos del Partido Comunista de Cuba han hecho de la propaganda del partido, valga la redundancia, un arma, no sólo de control de las masas , sino una fuente de pesimismo y resignación. El comunismo desde sus inicios se apoyo en las teorías del marxismo; fue Lenin quien desarrolló y llevó a la práctica  su  variante histórica,  con lo cual quería hacerles creer a las masas de que la Historia tenía sus propias leyes, contra las cuales el hombre no podía revelarse. De esta manera, justificaba  los atropellos cometidos a todo lo largo de la historia lamentable del comunismo. Si morían personas,   no era otra cosa que una necesidad histórica, para consumar la llamada construcción del comunismo. Claramente, también se apoyaban  en algunas ideas de Hegel,  las cuales descontextualizaban y manipulaban según su conveniencia. 
El pesimismo, como parte indispensable de este tipo de regímenes, en el caso de Cuba, ha logrado incluso que cubanos fuera de la Isla sean incapaces, de vislumbrar una cercana salida al problema. Muchos, ni siquiera pueden imaginar una Cuba desligada completamente de la peste del Comunismo y sobre valoran, por otra parte,  las capacidades de los Órganos de la Seguridad del Estado, los cuales son representados ubicuamente, en todas partes y al mismo tiempo.  “Las paredes tiene oídos y los clavos sentidos”, es esta una frase muy popular entre los cubanos. Con esta advertencia, alertan acerca de los posibles delatores reales o imaginarios, que pudieran rondar como sombras, a la más insignificantes conversaciones.
Se trata de una sociedad sumida en el temor crónico, infligido a través de años de hostigamiento psicológico y propagandístico.   
El pesimismo, y la resignación van de la mano. Las personas evitan hablar de política, y con los años se ha acuñado una especie de terminología revolucionaria, que establece límites al propio lenguaje. La autocensura es un proceso ya subconsciente. 
Aunque el temor es real ( desde el inicio del triunfo de la dictadura en el año 1959, se encargaron de mostrar los fusilamientos de manera pública y hasta cinematográfica ) creo que es perfectamente posible tener fe de que, en un futuro no muy lejano, la pesadilla dictatorial será  un triste pasado. Es lícito, porque el mundo ha cambiado, y cada día será  más difícil esconder las realidades políticas de un país, este elemento último tan importante para el mantenimiento de cualquier totalitarismo, y para alimentar el culto a la personalidad.
Las tecnologías se harán con el poder. La imagen tradicional del político detrás de un buró de madera, será algo fuera de lugar. Las dictaduras no pueden sostenerse sin la mentira, el secretismo, el disimulo. Dicen los expertos que con la invención de los ordenadores cuánticos, toda nuestra cibervida quedará expuesta en la red de redes. Nuestros nietos se enterarán de aquellos detalles de nuestra vida que nunca deseamos hacer públicos. Si esto ocurre, tendrán grandes consecuencias estos leaks en nuestras vidas privadas, qué decir a nivel de gobiernos.
La realidad está allí, irreversible, la aritmética del tiempo no perdona, y a ella no escapan tampoco las dictaduras, ni los gobiernos.
Habría que decir la suerte está echada, y esperar , pero con la expectativa de que siempre vendrá algo mejor. 
José Rey Echenique.

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