miércoles, 10 de julio de 2019

La calumnia, como herramienta política.




Todo el mundo tiene un pasado. Lo sabemos, y el error es tan normal en la vida porque no escapa al mundo de las probabilidades matemáticas. Esto es más viejo que la sarna, como dice el proverbio popular.


La calumnia, como forma de ganar ventajas en la política, tampoco es algo raro o novedoso en estos tiempos, siempre se usó y hay muchos episodios en la historia de la humanidad que lo demuestran. Mucho más en esa historia oscura del comunismo soviético, en la que a innumerables hombres se les obligó a asumir errores por medio de la fuerza de las calumnias y el chantaje.

La calumnia ahora se ha unido a las tecnologías, lo cual ha devenido en una mezcla difícil de separar o de enfrentar, en un escenario político mundial, cada día más convulso.

 La calumnia, fue muy evidente en las elecciones pasadas de los Estados Unidos, usada por los dos candidatos en disputas, Hillary Clinton y Donald Trump,  tanto como defensa o como ataque. Pero los que vivimos en regímenes totalitarios como el de Cuba, sabemos perfectamente de los usos de esta herramienta política tan ruin, enfocada al punto débil de los rivales.

Hoy son las tecnologías las que ayudan a redireccionar más eficientemente a la calumnia, hacia el punto débil de los enemigos. Para ello se utizan software muy poderosos como herramientas de hackeo, que permiten penetrar los servidores de las víctimas, así como crackear contraseñas o simplemente ingeniar insondables intrigas, a través de la ingeniería social y las llamadas fake news, este último, vehículo de la imaginación al servicio de la propaganda y de la lucha política.   El hackeo de los correos electrónicos de Hillary Clinton, demostró de que las tecnologías ya no son cosas de niños y que pueden cambiar el curso de la historia.

Nunca antes se vio tanta sed por penetrar el mundo íntimo de las personas en busca de secretos, para usarlos a favor. Las redes sociales comercian con nuestros datos con absoluta impunidad. Crean nubes de datos para desarrollar modelos de pronósticos, porque el Gran terror es que te hagas demasiado impredecible para ellos. Nadie puede estar por encima del algoritmo.

La calumnia, a través de las tecnologías, está convirtiendo a las dictaduras totalitarias de cualquier tipo, en dictaduras digitales al estilo del que aludiera en su tiempo, muy anterior por cierto, Aldous Huxley.  Esto es preocupante, porque son muchas veces los propios políticos los más analfabetos tecnológicos que ni siquiera lo reconocen.

El mundo ha cambiado y en la red de redes, cada vez se hace más difícil conectarse sin ser víctima de cualquier escucha( eavesdropping).

La calumnia está cambiando también la velocidad en que se suceden los acontecimientos. Las tecnologías son cada día más difíciles de comprender por las personas comunes, y la brecha entre dos mundos dispares: los algoritmos y la vida real, es casi indiscernible. ( realidad aumentada ,¿ yo?)

La tolerancia que existe hacia fenómenos como el Castrismo, el Chavismo, es el resultado de la feroz propaganda y de la calumnia a la que son sometidas no pocos hombres de la política.

Temo de que cuando comience a cuantificarse la moral, las emociones y el amor,  ya se nos haga demasiado tarde para redomesticar estos algoritmos condenados a una muerte edulcorada.

Espero que Dios nos deje resevado el invencible algoritmo de la fe como un arca final y volvamos a confiar de nuevo.

José Rey Echenique.

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