sábado, 30 de diciembre de 2017

El ejercicio de decir no.








Dentro de la asertividad se haya  la capacidad del individuo de decir "no" sin que prime la agresividad o la extrema pasividad. Parece algo sencillo, pero este monosílabo tiene un poder inmenso en la toma de decisiones y en el difícil aprendisaje de conducir el navío de nuestras existencia.
Hace mucho tiempo se descubrió que entre el pensamiento y los actos hay una gran brecha. Los pensamientos conducen a determinadas acciones y estas se convertirán o no en hábitos que más tarde definirán nuestro destinos.

Las decisiones acertadas o erradas de alguna manera también incidirán en nuestros destinos. Alguien dijo alguna vez que la suerte dependía del " meditado cuidado de todo lo existente". Una afirmación que aunque no es una verdad absoluta, nada lo es convengamos, tiene gran veracidad. Y es que en estas decisiones interviene esa difícil capacidad de decir "no" que muchas veces no heredamos de nuestros padres, por temor a inculcar en nuestros hijos patrones egoístas. Nada más distante de la realidad, porque en el egoísmo en si, intervienen otros aspectos que nada tienen que ver con una sana destreza para decir no, en situaciones que sí lo ameritan.
Como es obvio, para esto hay que tener un elevado nivel de autoconfianza y de autoestima. Es una manera de poner de manifiesto ante los demás cuánto nos amamos a nosotros mismos y cuánto estamos dispuestos a ariesgar por no dejar de ser nosotros mismos.
Las personas con asertividad, suelen valorar su vida y a su vez  valorar lo que aman también. Es difícil no amarse a sí mismos y pretender amar a otros. El temor a decir no, te pone a disposición de voluntades ajenas que terminan manipulando tu destino.
Cualquier crítica que se haga a alguien con poca asertividad será rechazada con agresividad, en cambio, todo evento que venga de personas externas a la relación será tomado en cuenta sin chistar. Se muestran agresivos con las personas cercanas en ocasiones y sumisos con los mandatos externos. Son lo que se conoce popularmente como " candil de la calle y oscuridad de la casa". En muchos casos las personas, que no atacan este comportamiento a tiempo, suelen incluso malograr las relaciones amorosas. Se dejan llevar fácilmente por los cantos de sirenas y crean un círculo vicioso de relaciones fallidas, sin percatarse de que son ellos los que tienen la responsabilidad de su propio destino.
La falta asertividad no es una enfermedad, si no un comportamiento aprendido, y como tal, según los estudiosos, se puede aprender a ser asertivo, a través del ensayo y la práctica.
Generalmentes las personas muy acertivas son exitosas en la vida. Van labrando su propio destino con decisiones meditadas y valientes. No caen fácilmente en las llamadas " trampas de la tolerancia", que hacen sufrir a la persona cuando no se determina equilibradamente cuanto nivel de tolerancia podemos manejar sin quedar dañados.
En la historia no son pocos los hombres que han demostrado una gran capacidad de asertividad. Sería imposible mencionarlo todos, pero cabe destacar a figuras como: Julio Cesar,  Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte. En el mundo contemporaneo hay tantos otros, hombres de voluntades curtidadas, que pudieron conducir naciones, aunque como todo, no siempre hacia un final perfecto.
En el plano personal, el aprender a decir no, determinará en gran medida el éxito en nuestras vidas como persona. La esencia está en practicarlo constantemente, para que se convierta en un carácter que al final nos devolverá la satisfacción de respetarnos a nosotros mismos.
José Rey Echenique.

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